El ser humano es por naturaleza sociable pues desde el nacimiento se construyen las primeras interacciones con los familiares a través del contacto físico y verbal. Con el pasar de los años aumenta o grupo social (familia, vecinos, escuela y sociedad) así, esas relaciones se volverán cada vez más compleja e implicarán confrontación con otras personas. Si la persona posee unas habilidades sociales adecuadas podrá solucionar los conflictos e interaccionar positivamente con los demás. El aprendizaje de las habilidades sociales debe sobrepasar el límite del entorno familiar y adentrarse en el ámbito escolar como una necesidad para que el niño pueda desarrollar nuevas habilidades y perfeccionar las que ya fueran adquiridas previamente. De ese modo él se tornará más autónomo y preparado para enfrentarse a un conjunto de problemas sociales y personales recurrentes de sus relaciones futuras.
Las Habilidades Sociales (H.S) son objeto de estudio de numerosos autores, teniendo Solter por precursor de la terapia de conducta, él, en 1949 utilizó el término basado en la necesidad de aumentar la expresividad de los individuos y algunas de las sugerencias son utilizadas aún hoy. Pero fue Caballo (1987) quién formuló un criterio con el cual la mayor parte de los investigadores trabajan el tema en la actualidad. Los trabajos se establecen en la realización de un Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS) , compuesto por un conjunto de técnicas o momentos específicos que ayudan a desarrollar el déficit de Habilidades Sociales en áreas y vida de un individuo, o problemática que se desencadena a raíz del intercambio social, sin embargo, no existe referencia que permita valorar elementos internos o externos que actúen como determinantes en la formación de habilidades sociales (asertividad, proceso de socialización,...) pues cada persona puede presentar una conducta distinta dependiendo de la situación a que se encuentre.
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